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El trabajo de Alejandro Silva es como un sueño soñado muchas veces, desvelado en tintas, hilos, fibras y maderas. No solo las propias, sino que también las de generaciones de artistas de campos y desiertos que la élite de las artes nunca llegó a conocer como tal. Alejandro trae a las esferas artísticas el reconocimiento a la minuciosidad artesanal, a las manos campesinas, a las cosmovisiones que desde la esquina postcolonialista se entienden como mitos y leyendas y no como lecturas milenarias del mundo. Alejandro trae con su arte una suerte de reivindicación de otras  formas y modos de crear  y los instala con profunda belleza. Tan profunda y tan bella que incluso da hermosura a lo feo, poniendo flores en las tumbas del patriarcado, en la justicia no hecha, en los abandonos y la muerte, como si este acto pudiese sanar esas heridas sociales e individuales. Sin negar el dolor,  sin borrarlo, ni desatenderlo, lo  llena de colores y lo honra como un panteón adornado que no solo llora las pérdidas, sino que también ríe lo que alguna vez fue.
Con una gubia persistente, haciendo surcos laboriosos, Alejandro abre huellas en el papel, dejando un olor a mujeres que no por míticas menos reales y un sabor a primavera que está por venir.


              
                                                          Ximena Soza,

Dra en Educación, poeta y artista visual.

Finalmente, se intenta, de manera meta-lingüística y auto-reflexiva, reafirmar los valores propios de nuestra identidad latinoamericana, rescatando las formas que han constituido este lenguaje visual en torno al trabajo de la xilografía y evidenciándolo en su obra.

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